miércoles, 15 de agosto de 2012


Sobre el valor estructural de algunos símbolos


En mi literatura, como he dicho otras veces, proliferan los símbolos. Así, por ejemplo, el pañuelo que aparece en El regreso de los pájaros cumple una función específica. Primero sirve para enjugar las lágrimas, y luego, el mismo pañuelo, es utilizado para prender fuego una casa, lo que implica que en el medio hubo un cambio de actitud. Este símbolo en transformación es entonces el propio carácter. Pero, hay otro tipo de símbolos, que es aún más complejo. Es lo que he decido llamar Elemento Simbólico de Valor Estructural (ESVE).

Repasaré algunos casos:

El “pegaso” de El Regreso de los Pájaros. Es una figura de madera que simboliza la conexión del protagonista con su padre muerto, porque fue un regalo que éste había hecho para aquel. Mientras desliza una mano sobre él, dice concretamente: “en ese momento sentí que podía mantener un diálogo secreto con mi padre”. Posteriormente, hay una insinuación del poder del objeto cuando el protagonista, sentado en la rambla, lo alza con una mano y lo desliza frente al cielo. Y por último, como sabemos, es el único elemento de este mundo que el protagonista se lleva a esa otra dimensión que aparece al final.

En Los Festejos del Fin del Mundo el ESVE está dado por las mujeres de Bergel, capaces de producir las mariposas de agua. Cuando el fin del mundo se torna inminente, la mujer, en lugar de liberar una mariposa de agua, libera una criatura que trae la muerte.

En Blue, el ESVE es la esfera de luz azul que se torna (en cada reencarnación) cada vez más azul y luminosa, hasta que en la última la luz se dispara, anticipando así el final luminoso del cuento.

En La Visión del Paraíso, el ESVE está constituido por las palomas; símbolos del sexo y la muerte entendidos como vías de conocimiento.

En La sonrisa del ángel el ESVE es el piano de la muchacha. Primero es un recuerdo, luego aparece abandonado, posteriormente se resiste a crear la música necesaria, y por último se transforma en un vehículo de encuentro para los protagonistas.

Todo esto me permite afirmar que en varios de mis relatos (lo que podría por tanto interpretarse como un rasgo de estilo) existe lo que he dado en llamar un Elemento Simbólico de Valor Estructural. Podría definirlo como: Un símbolo que evoluciona con el paso del tiempo y que contiene en sí mismo, a un nivel profundo, el núcleo y las alternativas de la historia.

Pablo Dobrinin /Agosto 2012

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