sábado, 30 de enero de 2010

free counters

La Puerta


Estoy soñando que me encuentro inmerso en una situación hostil. Los sucesos se desarrollan de forma lógica y consecuente, como una película, hasta que, en un momento, ocurre un hecho que amenaza con terminar con mi vida: alguien me apunta con un arma, y dispara. Entonces despierto bruscamente. No sin cierta sorpresa, compruebo que lo que me hizo despertar fue el sonido de la puerta del dormitorio al cerrarse con violencia. Esta situación la he vivido muy a menudo. Ahora bien, el ruido que me hizo despertar puede justificar el momento del disparo, pero, ¿cómo explicar todo lo anterior?
Mi razonamiento es el siguiente: cuando la puerta se cierra de golpe, eso provoca que alguien, en mi sueño, me dispare con un arma, y, a partir de ese incidente, es mi mente la que se encarga-con una velocidad extraordinaria- de crear todos los antecedentes del evento. El inconsciente sería algo así como la tinta, y la conciencia la escritura; no solo porque le da un sentido a la primera, sino porque establece un orden cronológico.
Tal vez la Creación comenzó con un portazo. Y quizá acaba de suceder.

Pablo Dobrinin

(la pintura: El cheque en blanco, de René Magritte)

Montevideo

Montevideo los ojos vidriosos las plumas de un ser alado
que flotan sobre las negras aguas
una mano que dibuja en el aire la forma de la música
las flores que se elevan y consumen en el aire
un hombre que recorre lentos corredores con la llave que solo cierra
Montevideo las arañas amarillas y sus paseos nocturnos en la telaraña de la fiebre
la clarividencia de los condenados a muerte el escorpión de luz de las revelaciones
Montevideo las calles que exudan una permanente melancolía
el cielo incoloro los edificios gastados las playas de invierno
Montevideo un niño perdido las palabras que nunca escucharé
Montevideo la feria de Tristán Narvaja y los hombres que caminan en sentido contrario a las agujas del reloj buscando un libro un álbum de figuritas un juguete
(Sobre el negro río de los discos de vinilo vuelan los pájaros de la memoria)
Montevideo un viejo sentado en una esquina
y esa tristeza mas contagiosa que un bostezo
esa mirada de luces despellejadas
esa angustia tatuada en los huesos
hurgando en una grieta del aire
esperando
tal vez
desde allí
descienda
una lluvia
lenta
de mujeres azules
Montevideo la erosión irremediable un sedimento vaporoso
Montevideo la noche sin párpados
el aire frío en el rostro de un hombre que mira el mar

Pablo Dobrinin

martes, 19 de enero de 2010

Nuevo Relato


Mi relato, "La Película de Artaud", saldrá publicado en el número 5 de la revista "Próxima", que tendría que estar en los puestos de venta a principios de marzo. La tapa de la revista es de Guillermo Romano, y la ilustración de mi cuento, en blanco y negro, estuvo a cargo de Julián Martínez. Como pueden apreciar se trata de dos geniales artistas. Podrán advertir también que va a ser un número sensacional, por la calidad de los escritores y los dibujantes que participan en ella. Como yapa, este número incluye un cómic del genial Aroldo.

martes, 5 de enero de 2010

Cine en el Bosque














RESEÑA DE PELICULAS


Un Misterio de Tres Patas

Es una de las mejores películas inglesas que he visto en mi vida.
Un librero encuentra un antiguo manuscrito en el que se narra la historia de la humanidad hasta la reunificación de Alemania. Esto no tendría nada de particular, salvo que fue escrito en el siglo XVIII. Después de comprobar su autenticidad mediante el método de Carbono 14, el hombre sale en busca de la anunciada segunda parte. Tras una infructuosa odisea por todo el mundo, que le lleva treinta y siete años, cinco meses, dos días, cuatro horas y diecisiete minutos, el aventurero se entrevista en Gran Bretaña con un conejo blanco de tres patas que le revela que el objeto de sus ansias se halla en un antiguo monasterio de la campiña escocesa. Después de una minuciosa investigación, encuentra el libro en un roperito del sagrado recinto y comienza a ojearlo nerviosamente, hasta que, ya impaciente, se saltea las páginas para conocer el fin de la historia del Hombre. Cuando llega a la última línea, aparta su vista del texto y con una palidez terrorífica estampada en su semblante mira a sus espaldas. En ese momento, mientras una música siniestra inunda la sala, los espectadores tenemos ocasión de ver la causa de su espanto. Desde la puerta del monasterio, extendiéndose por toda la pradera hasta el horizonte, encontramos infinidad de conejos blancos de tres patas, que nos miran con sus horribles ojos rojos. Confieso que salí del cine muy impresionado.

Pollo de Invierno

Film alemán que se presenta como una profunda reflexión sobre la incomprensión y el desamor que afecta a los seres humanos, aunque en rigor no pasa de un mero entretenimiento sabiamente estructurado. Es un claro exponente del nuevo cine germano, y sólo por este hecho vale la pena que nos detengamos en su análisis. El argumento es más o menos así:
Un hombre hereda un pollo de su abuelo. El plumífero le dice a su nuevo dueño la lista completa de los premios que van a salir ese año y los nueve siguientes en la lotería, pero el sujeto, que resulta ser un religioso a ultranza, lo rechaza gritándole que es un enviado del demonio para tentarlo con el vil metal, y de un patada lo arroja a la calle en una lluviosa noche de invierno. El desgraciado animal es encontrado días después por un científico loco que decide probar en él un nuevo dispositivo que lanza violentas descargas eléctricas. Al comprobar que el rayo no funciona adecuadamente, el pollo le informa al desalmado investigador que ha cometido un error en las ecuaciones, tras lo cual, éste efectúa las correcciones pertinentes. Habiendo comprobado la efectividad de su invento, y considerando que el moribundo animal ya no le reporta utilidad alguna, el tipo lo arroja a la calle de una patada en una lluviosa noche de invierno. Tras muchos infortunios similares el animal es recogido por un grupo de pescadores noruegos, a los que insiste en mostrarles en el mapa los sitios exactos donde pueden obtener el ansiado bacalao, pero los rudos marinos, que desconfían de un pollo parlante, deciden que tienen demasiada hambre y sin más trámite lo despluman, lo hierven y lo sirven en la cena. En el momento en que el cocinero lo presenta en una bandeja a sus comensales y se dispone a trozarlo, el pollo, en un postrer esfuerzo, alcanza a sugerirles que lo rocíen con limón y abundante sal a los efectos de que su carne les resulte mucho más sabrosa, consejo que por supuesto es desoído. Esta película cuenta con un buen guión, correcta dirección, excelente fotografía y destacadas actuaciones individuales, salvo la del propio pollo que lamentablemente demuestra no estar a la altura de las circunstancias. Increíblemente, un critico (?) estimó que si la película se hubiese presentado en Los Ángeles, el ave sería candidato al Oscar por su papel protagónico. En nuestra opinión, más valdría echarlo a la calle de una patada en una lluviosa noche de invierno. Como corolario, agreguemos simplemente que el pollo tuvo el pésimo gusto de morirse pocos días antes del estreno.
Y he dejado para el final la reseña de "Melodía Mortal" y "Margarita", en virtud de que no todos los días tenemos la suerte de poder comentar dos películas uruguayas.

Melodía Mortal
Otra película conceptual ( y van...) tan del gusto de los cineastas uruguayos, aunque el público siga prefiriendo otras opciones.
Un músico está convencido de que la forma de penetrar en otra dimensión es a través de una melodía que no conoce, pero que intuye en el fondo de su corazón. Ensaya una incontable cantidad de combinaciones musicales y cuando finalmente descubre la correcta, ve un portal dimensional y avanza hacia él, sin percatarse de que ya tiene ochenta y siete años y acaba de ingresar a su propia muerte. La película en sí no está mal, parte de una buena idea, aporta elementos interesantes, etc., etc., pero pensamos que el instrumento musical elegido debió ser otro: el solo de triángulo que tiene lugar al promediar la película, en sus veinte minutos finales, resulta un tanto anodino. Probablemente se pudo haber conseguido un efecto más dramático con un bombo.

Margarita

Dedicarse al séptimo arte en nuestro país fue siempre muy difícil, pero cuando una película uruguaya gana la Espumadera de Oro en el Festival Internacional de Cine Feminista estamos ante un hecho hazañoso.
Margarita es una abnegada ama de casa que debe soportar la esclavitud a la que la somete su esposo Joaquín. El hombre es un cínico que la destrata, y cuando no está en el trabajo la obliga mediante amenazas a realizar las ingratas tareas del hogar. En la primera hora de la película vemos a la desdichada mujer zurciendo medias, cocinando y lavando la ropa, mientras el monstruo de su marido se dedica tareas tales como romper las medias, comer y ensuciar la ropa. Sin embargo, un día, Joaquín sale a comprar cigarrillos y no regresa. A partir de este momento, Margarita se encuentra sola y subsiste gracias a una pobre pensión. Lejos de liberarse, la señora se encierra cada vez más en sí misma, no tiene amigas, no sale al cine, y continúa prisionera, como si su antigua rutina le hubiese prefijado un destino atroz. Incluso su casa, siempre con las ventanas cerradas, es una imagen de su incomunicación con el mundo. Durante años no recibe ninguna noticia del exterior, hasta que, una mañana, descubre una carta sin remitente en su buzón. Al abrirla, observa intrigada que en ella sólo hay una pluma. Una pluma, nada más. Intenta buscarle una simbología a este hecho, y en voz alta medita que ella ha sido como esa pluma, incapaz de resistirse al viento de los años, dejándose arrastrar por intereses que no eran los suyos. Entonces decide conservarla, para tener siempre presente lo que ha sido y lo que no querrá volver a ser. A la siguiente semana encuentra una nueva carta. Otra pluma. Así pasan los años y las plumas. Por fin, una tarde como tantas, alguien llama a su puerta. ¿Será el panadero?, se pregunta. ¿Acaso el muchacho que me trae el pedido del supermercado? ¿O el señor que me repone las garrafas? Nada de eso. Ataviado con un ominoso sobretodo negro, y con el rostro semioculto por el humo de su cigarrillo, es su esposo el que se presenta. Sin siquiera percatarse de su sorpresa, el desalmado Joaquín le espeta estas crueles palabras: "Vengo por el almohadón". La mujer se lo entrega y el hombre se marcha sin decir ni una palabra. Cuando la puerta se cierra Margarita se tira arriba de la cama y llora desconsoladamente. Su alma parece partirse en mil pedazos, pero a medida que transcurren los días y los meses, una rebeldía, alimentada en el magma de su desdicha, crece y crece. Al tiempo, el cartero le trae una caja enorme conteniendo una rueda. Ella decide conservarla. ¿Seré yo como esta rueda, girando si rumbo, insensatamente?, se interroga. Preguntas, preguntas sin respuesta. Poco después recibe otra rueda, un guardabarros, una llave de encendido, y así durante largos años. Finalmente vemos a Joaquín, otra vez fumando y vestido con el ominoso sobretodo negro. Llega hasta la puerta de su antigua casa y golpea, pero nadie le abre. Desanimado, mascullando palabrotas, se queda parado en el medio de la calle mirando en distintas direcciones. De pronto, ve aparecer un reluciente descapotable, último modelo, avanzando a toda velocidad. En la última secuencia, asistimos a un genial contaste entre el terror del hombre que va a ser arrollado y la diabólica sonrisa de Margarita, cuyo rostro exhibe un espantoso rictus de locura. Brillante, sin duda, con un desenlace no apto para cardíacos.


Pablo Dobrinin
(la ilustración: "Los ojos del bosque", de Juan Morante Cañizares)